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El misterio de la perdida Sala de Ámbar | Alemania, Rusia

El misterio de la perdida Sala de Ámbar | Alemania, Rusia

En el gran palacio de Catalina I, la segunda esposa de Pedro el Grande y de la emperatriz de Rusia, existió una vez una magnífica sala de oro adornada desde el suelo al techo con ámbar y otras piedras semipreciosas. Durante casi doscientos años, la Sala de Ámbar (o Cámara de Ámbar) deslumbró a los visitantes del Palacio de Catalina, cerca de San Petersburgo, hasta que los nazis lo invadieron. La Sala de Ámbar para entonces, con sus 6 toneladas de ámbar, valorados entre 140 y 500 millones de dólares, desapareció sin dejar rastro.

La Sala de Ámbar se instaló originalmente en el palacio de la ciudad de Berlín, la residencia de invierno de Federico I, el primer rey de Prusia. La habitación fue diseñada por el alemán Andreas Schlüter, un escultor barroco, para posteriormente ser construida por el artesano danés Gottfried Wolfram, y más tarde por Ernst Schacht y Gottfried Turau de Danzig.

Imagen superior: Fotografía coloreada de la Cámara de Ámbar original en 1931.


Cuando Pedro el Grande de Rusia hizo una visita en 1716 y mostró interés por la Sala de Ámbar, el hijo del rey Federico I, Federico Guillermo I, que apreciaba su valor militar sobre los esfuerzos artísticos de su difunto padre, ofreció la habitación a Pedro a cambio de cimentar la alianza de Prusia y Rusia contra Suecia.

Los rusos instalaron la sala de ámbar en la Cámara de Invierno de San Petersburgo antes de que la hija de Pedro, Isabel I de Rusia, decidiera trasladarla al Palacio de Catalina en 1755. La sala fue restaurada y ampliada a lo largo del siglo XVIII. La habitación se convirtió en la cámara de meditación privada de Catalina la Grande, y en una sala de reunión para su círculo íntimo. Más tarde, Alejandro II (1818-1881) utilizó la habitación como una sala de trofeos.

En 1941, los nazis invadieron la Unión Soviética y comenzaron a saquear decenas de miles de obras de arte en todo el país. Ya habían puesto sus ojos en el Salón de Ámbar, la que creían que por derecho le correspondía a los alemanes. Los comisarios de la palacio de Catalina trataron de desmontar y ocultar la Sala de Ámbar, pero con el paso de los años, el ámbar se habían secado y comenzó a desmoronarse.


Se hizo entonces un intento “a medias” para ocultar la habitación detrás de un fondo pintado. Pero no se consiguió engañar a los nazis. En 36 horas saquearon la habitación y enviaron todos los paneles de ámbar a Königsberg, Alemania, en la actual Kaliningrado, donde se reinstaló en el museo del castillo de Königsberg.

Hacia el final de la guerra, cuando las fuerzas soviéticas atacaban la ciudad, los alemanes desmantelaron la habitación una vez más, embalando los paneles en cajas y escondiéndolos. Poco después, los soviéticos bombardearon el castillo, quedando en ruinas. Sobre la base de los informes que afirmaron que las cajas que contenían los paneles de ámbar estaban oculta dentro del propio castillo, los soviéticos llegaron a la conclusión de que la Sala de Ámbar fue destruida.

Palacio de Catalina en Tsarskoye Selo, cerca de San Petersburgo.

Pero la historia de la Sala de Ámbar no terminó allí. Los rumores persisten en que los nazis lograron sacar las cajas fuera del castillo hacia algún lugar secreto antes de que los soviéticos bombardeasen la ciudad. Hay varias teorías acerca de lo que pudo haber ocurrido con las cajas ámbar. La teoría más popular es que todavía siguen escondidas en un viejo búnker.

En 1979, el gobierno soviético comenzó a construir una réplica de la Sala de Ámbar, basándose en dibujos originales y antiguas fotografías en blanco y negro. El proyecto tardó 24 años en completarse, en gran parte porque requería que varios artesanos aprendiesen el antiguo y olvidado arte de la artesanía con ámbar. Una generosa donación por parte de una empresa alemana ayudó a financiar el proyecto.

Castillo de Königsberg en el año 1900.

Mientras que una réplica de la Sala de Ámbar está de vuelta en su legítimo hogar, la búsqueda de la original seguirá siendo objeto de la imaginación de los historiadores y buscadores de tesoros.

Hace apenas tres meses (en junio de 2016), algunos investigadores cavaron agujeros en algunos de los antiguos bunkers alemanes en Polonia. Su afirmación inicial de que habían localizado las cajas ámbar creó gran cantidad de rumores en los medios. Sin embargo, no se encontró nada.




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