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Las blancas y tóxicas playas de Rosignano Solvay | Italia

Las blancas y tóxicas playas de Rosignano Solvay | Italia

La deslumbrante arena blanca de “Spiagge Bianche”, en la ciudad de Rosignano Solvay, en el sur de la Toscana, ha estado atrayendo a turistas desde hace cientos de años. Pero este hermoso tramo de costa en el mar Tirreno y su característico look caribeño esconde un oscuro secreto que muy pocos de los bañistas y nadadores que acuden a Spiagge Bianche cada verano parecen tener en cuenta.

La impresionante arena blanca de esta playa no es natural. Son desechos químicos, y su origen se encuentra justo al lado de la propia playa, en un enorme complejo de imponentes chimeneas y torres que arrojan humo y vapor constantemente. Se trata de la planta química Solvay.


Solvay es una empresa belga fundada en 1864 por el industrial y político Ernest Solvay. Solvay llegó a Italia en 1912 y abrió su primera planta de producción cerca de la ciudad de Rosignano Marittimo, situada a unos 25 kilómetros de Livorno. En un corto período de tiempo, con la fábrica de Solvay impulsando el desarrollo, una nueva ciudad nació en torno a ella, contando con decenas de casas, cuidadas calles y lugares para la recreación. Esta nueva ciudad fue nombrada Rosignano Solvay.

La planta química Solvay trata con muchos productos químicos básicos, tales como carbonato de sodio, bicarbonato, peróxido de hidrógeno, cloruro de calcio o cloro. Su principal producto es el carbonato de sodio, que es fabricado por burbujeo de gas de dióxido de carbono a través de una solución de salmuera (agua salada) y amoníaco para precipitar el compuesto. Este proceso, conocido como el proceso Solvay, fue inventado por el propio Ernest Solvay, y es ahora el método industrial que se utiliza para producir carbonato de sodio en todo el mundo.

Canal por el que se deshechan residuos químicos desde la fábrica hasta el mar.

El proceso Solvay deja tras de sí una mezcla de cloruro de calcio y piedra caliza como subproductos, que la empresa lleva vertiendo en el mar durante décadas. Las consecuencias más visibles de la acción de la fábrica son el blanco paradisíaco tropical frente al complejo industrial. Pero el paraíso es solo una ilusión, ya que se trata de cloruro de calcio y residuos de piedra caliza junto a otras sustancias químicas tóxicas como el mercurio, arsénico, cadmio, cromo, plomo y amoníaco, que son increíblemente perjudiciales para los seres humanos y animales. De acuerdo con un informe publicado en 1999 por el “Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente”, Spiagge Bianche se encuentra entre los 15 sitios costeros más contaminados del mar Mediterráneo.

Entre 2008 y 2010, la ciudad registró una tasa de mortalidad más alta que el promedio de la región para el mismo período, aumentando un 2,2% para los hombres y 8,3% par alas mujeres. Además, la frecuencia de los tumores y la mortalidad prematura (menos de 65 años) están por encima de la media regional en varios puntos porcentuales.


Desafortunadamente, no hay suficiente conciencia sobre el problema. No hay señales cerca de la playa que expongan la situación a los bañistas. En su lugar, Spiagge Bianche se promociona como una atracción turística, segura para nadar y bañarse. Año tras año se le ha concedido a esta playa “la Bandera Azul” (certificación emitida por la FEE: Fundación para la Educación Ambiental a aquellas playas y puertos que cumplen con las normas supuestamente estrictas de limpieza y calidad).

Los activistas locales están librando una guerra constante contra la multinacional, pero los intereses económicos son demasiado grandes y la burocracia demasiado lenta. En 2003, Solvay acordó reducir el vertido de residuos al mar en un 70% y eliminar el mercurio, pero muchos acusan a la empresa de incumplir con sus compromisos.

Ahora, y mientras que la justicia sigue su curso, el medio ambiente, el mar y miles de personas seguirán siendo víctimas del defectuoso sistema.

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