Monumento a los Descubrimientos | Portugal
Los exploradores portugueses fueron prolíficos. A partir de principios del siglo XV, bajo el patrocinio del príncipe Enrique el Navegante, varios exploradores portugueses se convirtieron en hitos tras llevar a cabo distintos desplazamientos que antes se consideraban imposibles, descubriendo nuevas rutas y llegando a lugares que no se sabía que existían.
En 1488, Bartolomé Díaz llegó a Cabo de Buena Esperanza y entró en el Océano Índico, siendo el primer europeo que lo hacía. Diez años más tarde, Vasco da Gama llevó la primera flota alrededor de África hasta la India, y comenzó una ruta marítima entre ambos países. En menos de veinte años, Fernando de Magallanes se embarcaría en su épico viaje a través del Atlántico y el océano Pacífico, convirtiéndose en el primero en dar casi por completo la vuelta al mundo. Poco después, distintas exploraciones pusieron rumbo al sureste de Asia y llegaron a Japón en 1542.
En medio, decenas de valientes hombres se unieron a las expediciones y descubrieron gran cantidad de islas remotas, incluyendo Nueva Guinea, Santa Helena, Ascensión y la isla habitada más remota del mundo, Tristán de Acuña, por nombrar unas pocas.
“Padrao dos Descobrimentos” (Monumento a los Descubrimientos en portugués), en las orillas del río Tajo, en la capital portuguesa de Lisboa, es un monumento que conmemora a todos estos hombres que tomaron parte en la era de los descubrimientos portugueses durante los siglos XV y XVI.
Representa un barco listo para partir, con esculturas de personajes históricos importantes, como el rey Manuel I que llevan una esfera armilar, o el poeta y escritor Luís de Camões, pasando por Vasco da Gama, Magallanes, Cabral, y varios otros exploradores portugueses notables, además de cruzados, monjes, cartógrafos y cosmógrafos, finalizando con el príncipe Enrique el Navegante en la proa, el cual sostiene una pequeña embarcación.
La única mujer del monumento es la reina Felipa de Lancaster, madre de Enrique el Navegante (ver dos últimas imágenes). Hay 33 figuras en total.
A pesar de que la escultura fue inaugurada en 1960 para conmemorar el 500 aniversario de la muerte del príncipe Enrique el Navegante, su idea fue concebida más de 20 años atrás por el arquitecto portugués José Ângelo Cottinelli Telmo y el escultor Leopoldo de Almeida como un faro temporal durante la apertura de la Feria Mundial Portuguesa en junio de 1940. El nuevo monumento permanente fue construido con cemento y piedra de color rosa, y las estatuas, esculpidas en piedra caliza.
El monumento se encuentra un espacio con exposiciones temporales y un ascensor que lleva a los visitantes a la cima, para poder obtener una vista panorámica sobre el río. Con 52 metros de altura en la orilla del río Tajo, el monumento se ve particularmente impresionante bajo la luz del sol poniente.
Lado este del monumento.
Lado oeste del monumento.