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Vasa: Un buque de guerra recuperado para un museo | Suecia

Vasa: Un buque de guerra recuperado para un museo | Estocolmo

En el año 1628, el buque de guerra sueco Vasa, se embarcó en su viaje inaugural desde el puerto de Estocolmo hacia Polonia, donde una guerra estaba en su apogeo en el Báltico. Construido por 400 artesanos en el astillero real de Estocolmo, el barco estaba ricamente decorado como un símbolo de las ambiciones del rey de Suecia. Tenía 69 metros de largo y fue equipado con 64 cañones. Al terminarlo, era uno de los buques más poderosamente armados en el mundo en aquella época.

Desafortunadamente, Vasa era demasiado alto, pesado y peligrosamente ligero. Pero a pesar de la falta de estabilidad, el rey estaba ansioso por verlo en la batalla, por lo que lo empujó al mar. En el día de su salida, una multitud se reunió en el puerto para ver zarpar al buque. Más de un centenar de miembros de la tripulación pudieron invitar a sus mujeres e hijos a la primera parte del pasaje. Después de navegar tan solo 1.300 metros, en la primera brisa fuerte, el barco se fue a pique. Alrededor de 30 personas perdieron la vida.


Posteriormente, una vez recuperados los valiosos cañones de bronce de la nave, Vasa fue mayormente olvidado, hasta que fue localizado y rescatado en el año 1961. Con su casco prácticamente intacto, el barco fue alojado en un museo temporal llamado Wasavarvet (“El astillero Wasa”) hasta 1988, siendo trasladado posteriormente al Museo Vasa, en Estocolmo. Hoy en día, el barco es una de las atracciones turísticas más populares de Suecia y es visto por un millón de visitantes cada año.

La noticia del hundimiento de Vasa tardó 2 semanas en llegar al rey de Suecia, que se encontraba en Polonia. Él escribió airadamente al Consejo Real de Estocolmo exigiendo que los culpables fueran castigados. “La imprudencia y negligencia deben haber sido la causa”, escribió. Una investigación fue organizada pero al final no se encontraron culpables y nadie fue castigado.


Parte de culpa debió haber recaído en el propio rey. La falta de estabilidad de la nave era un hecho. La parte sumergida del casco era muy pequeña y llevaba demasiado peso en relación a su tamaño. Unos meses antes de que el barco zarpase, el responsable de la supervisión de la construcción de la nave, mostró al vicealmirante que eran necesarios 30 hombres corriendo de un lado a otro contínuamente para hacer girar el barco. El rey estaba impaciente por ver la nave ocupando su puesto como buque insignia de la flota del Báltico e insistió en que se echara a la mar tan pronto como fuera posible. Los subordinados del rey eran demasiado tímidos (o tenían miedo) como para hablar con franqueza de los problemas estructurales de la nave.

Actualmente situado en el museo de Vasa, se ha convertido en un popular y ampliamente reconocido símbolo en Suecia del siglo XVIII. Es uno de los buques de guerra mejor conservados del periodo, con una estructura de 4 pisos y con la mayor parte de su contenido original intacto. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de conservación, la nave continúa decayendo cada día.


El barco se hundió en aguas que estaban fuertemente contaminadas con productos tóxicos que penetraron la madera durante los 333 años que pasó bajo el agua. Una vez que el barco se expuso al aire, las reacciones comenzaron en el interior de la madera, produciendo compuestos ácidos que devoraban lentamente la nave. La madera del casco del Vasa contiene ácido sulfúrico, en una cantidad estimada de 2 toneladas, y cada día se produce más. Los sulfuros presentes en la nave pueden producir otras 5 toneladas de ácido a una velocidad de unos 100 kilos por año, lo que poco a poco destruirá la nave hasta llegar a desintegrarla en su totalidad.

Para evitar el deterioro inevitable de la nave, la sala principal del museo Vasa se mantiene a una temperatura constante de 18-20ºC y a una humedad del 53%.

Vasa podría no durar mucho tiempo, pero su legado sin duda permanecerá para siempre.







Recreación del interior del Vasa el día de su salida y hundimiento.

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