La estación abandonada de la NSA en Berlín | Alemania
El final de la Segunda Guerra Mundial dejó a Berlín con más de 400.000 viviendas destruidas y un estimado de 75 millones de metros cúbicos de escombros que necesitaban ser limpiados. Hasta ocho montañas de escombros se acumularon dentro en la ciudad, siendo conocidas como Schuttberge, y que a día de hoy se han convertido en parte del paisaje. La más alta de estas montañas y la que tiene la historia más interesante es Teufelsberg, o “Montaña del Diablo”, ubicada en la localidad de Grunewald, en la parte occidental de Berlín.
Teufelsberg tiene 80 metros de altura y está compuesta de 26 millones de metros cúbicos de escombros. Se asienta en el lugar de una antigua escuela de entrenamiento militar nazi diseñada por el arquitecto jefe de Hitler, Albert Speer. De hecho, las ruinas de la escuela están enterrados debajo. Después de que los aliados ganaran la guerra, intentaron demoler la escuela con el uso de explosivos, pero la estructura era tan robusta que decidieron que sería más fácil enterrarla bajo los escombros.
Imagen superior: Kasper Metz
Imagen: accanito
Todos los días, hasta 800 camiones llegaban y volcaban 7.000 metros cúbicos de escombros en Teufelsberg. Los escombros fueron recogidos y clasificados en su mayoría por las mujeres, ya que después de la guerra, con 15 millones de hombres muertos, desaparecidos o heridos, la responsabilidad de la limpieza y la reconstrucción de Alemania cayó en gran parte en las mujeres de la familia. Estas mujeres llegaron a ser conocidos como “mujeres Trümmerfrauen” por sus esfuerzos.
Aunque Teufelsberg fue utilizada como vertedero hasta 1972, la colina consiguió su forma y altura final en la década de 1950. Con 80 metros de altura y a 120 metros sobre el nivel del mar, Teufelsberg se habían convertido en el punto más alto de Berlín. La vista, sin obstáculos desde la cumbre, hizo que el Ejército de los Estados Unidos la convirtiese en un puesto para las escuchas.
Imagen: Stephen Burch
Las primeras unidades móviles de escucha fueron desplegadas en Teufelsberg para controlar las comunicaciones desde Rusia. En 1963, se erigieron estructuras permanentes. No eran muy discretas. Hubo cinco grandes cúpulas de radar, algunas de ellas con torres de 3 y 6 pisos. Cada cúpula de radar contenía antenas de satélite de 12 metros y un sofisticado equipo de espionaje, lo que permitía a los Estados Unidos interceptar señales de satélite, ondas de radio, enlaces de microondas y otras transmisiones.
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Operado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), la estructura se convirtió en una de las estaciones de escucha más grandes del mundo. La existencia de la instalación no era un secreto, pero su acceso era muy restringido, dando lugar a la elaboración de rumores tales como la existencia de un túnel secreto hasta el monte que servía como ruta de escape.
Teufelsberg disfrutó de una excelente recepción en la mayoría de las bandas de radio. La recepción de radio incluso mejoró misteriosamente, para sorpresa de la NSA, durante ciertas épocas del año. Finalmente, se descubrió que una noria erigida durante el festival anual germano-estadounidense Volksfest, funcionó como un excelente resonador. La NSA habló con la organización del festival para mantener la noria en su ubicación original, aunque el festival ya hubiese terminado.
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Después de la caída del muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, la instalación fue abandonada en 1992. En 1996, el sitio, de 4,7 hectáreas, fue vendido a un promotor privado que planeaba construir un hotel y un museo de espionaje, pero el proyecto nunca prosperó.
Teufelsberg se utiliza actualmente como un área recreativa. Los berlineses vienen aquí durante el verano para una comida campestre, para volar cometas, parapente, o para ciclismo de montaña. En invierno, se convierte en una colina perfecta para los trineos y el snowboard. Las instalaciones en sí se desmoronan lentamente. Ladrones y vándalos han despojado el sitio de cualquier material valioso que quedara después de que los espías lo abandonasen. Ahora, los graffitis inundan las paredes.
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