El Santuario de William Ricketts | Australia
A tan solo unos 40 kilómetros al este de Melbourne, en la cordillera Dandenong, en Victoria, Australia, se encuentra un paisaje de enormes pinos y bellos barrancos de helechos. En uno de esos barrancos, la vida de un hombre y sus sueños siguen vivos.
Nacido en 1898, William Ricketts comenzó a desarrollar su habilidad en el modelado de arcilla ya en su adolescencia. En la década de 1930 compró un terreno de cuatro hectáreas en el Monte Dandenong, llamándolo “El Santuario de Potter”.
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A partir de 1934, William Ricketts comenzó a trabajar en sus figuras de arcilla que pronto adornarían todas sus propiedades. En la década de 1960, después de haber ganado notoriedad local por sus esculturas, el gobierno de Victoria compró el santuario y algunas tierras circundantes para convertirlas en un parque de uso público. William continuó viviendo y trabajando en su santuario hasta 1.993, cuando falleció.
Entre 1949 y 1960, Rickett viajó a menudo al interior del desierto de Australia Central. Fue allí donde pasó bastante tiempo con los aborígenes Arrente y Pitjantjatjara. Estos pueblos nativos no solo inspiraron su trabajo como modelos, sino que también influyeron en su filosofía. Rickett es conocido por su creencia de que todos los humanos deberían ser administradores de la tierra, al igual que los aborígenes con los que pasó parte de su tiempo.
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El objetivo de su proyecto de toda la vida fue proporcionar un entorno relajante donde uno pudiera reflexionar sobre la conexión del hombre, a menudo olvidada, con la naturaleza. Enclavada en un claro cubierto de helechos y fresnos de montaña, la obra maestra de William Ricketts se siente viva.
Ahora las 92 esculturas del parque, algunas cubiertas de musgo, se combinan a la perfección en su entorno natural, siendo un lugar de gran popularidad entre los habitantes del país autraliano.
“Cada uno de nosotros es un transformador del Poder Divino y cuando el amor encuentra forma en la escultura y la música, somos bendecidos porque a través de ellos podemos alcanzar a Dios… El hombre es la obra maestra de la naturaleza, por lo tanto reclame su herencia brindándole la cooperación que debe”.
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